Soy muy apasionado, mucho, de veras, y cuando un hombre me gusta no me da asco ningún rincón de su cuerpo, tanto es así y como que la gran mayoría de mis relaciones han sido esporádicas, he estado con hombres que me han gustado, ¡tanto!, que por el hecho de ser la primera relación entre ambos y actuar yo completamente distendido, algunos han confundido pasión por guarradas, y alguna que otra vez me he sentido vejado cuando aquel a quien tanto he querido ofrecerle acaba -porque normalmente es cuando “acaba”- manifestando con desdén su menosprecio.
Nunca me he avergonzado de lo que he dicho y he hecho durante mis relaciones sexuales, pero desgraciadamente en alguna que otra ocasión sí que me he arrepentido de haber actuado como lo hice la primera -y sin duda única- vez con alguien que no sabe discernir entre pasión y guarrerías, pero no por mí, sino por él, ya que me queda la sensación -y perdón si sueno a jactacioso- de haber dado de comer caviar a un cerdo.
¡Ah!... Fueron, los pies, el único lugar del cuerpo del hombre a quien más quise al que no tuve acceso... Tenía, él en ellos, unas irresistibles cosquillas. :))
Quizás porque la mayoría no se atreve a disfrutar explorando es por lo que reaccionan con temor o rechazo ante las novedades, adoptando actitudes muy rígidas. No en balde, "el misionero" sigue siendo la postura socialmente predominante y que algunos llevan a tal extremo de rigidez que, mas que follar, parece que uno esté haciendo una autopsia... y, de momento, la necrofilia no es lo mío :) Ahora bien, cuando se coincide con alguien de mente abierta, dispuesto a jugar, el placer se multiplica hasta el infinito. En resumen, como dijo Madonna: no hay sexo sucio... si te duchas después!
Por cierto, por culpa de las cosquillas, tu amado se perdió una verdadera gozada!
Al hilo de lo que dice Albert (¿por qué algunos comentaristas no pasan a plasmar su talento en un blog?) es cierto que cuando se siente pasión o se ama a otro, nada en él produce asco, sin embargo (dejando a un lado lo que pueda haber contado en la ficción de mis relatos) hay partes del cuerpo, como los pies, que no me despiertan la libido...
Así que del macho que protagoniza esta entrada destacaré sus dedos y, cómo no, esa polla a medio descapullar... Hum...
Conrado, Apoyo la sugerencia! ¿Porqué estos estupendos comentaristas nos niegan el placer de leerles en un blog? Será cuestión de insistirles...
Enlazando lo que comentas, es ese apasionado enamoramiento lo que nos permite avanzar en el conocimiento sexual. A mi los pies no me llamaron la atención -siempre han sido la cenicienta del cuerpo- hasta que vi "El Último Emperador"; en concreto cuando la espía chupa los dedos del pie de la emperatriz fumada de opio. Esa escena, tan bien ejecutada, con tal carga de exquisito morbo y erotismo, me excitó tanto a nivel sexual que empecé a valorar los pies en su justa medida y, bueno, poco después, probé la experiencia y, a día de hoy, sigo disfrutándola siempre que puedo.
No cabe duda, mi querido Hairy... es una regla escrita en el ciberespacio que el día que no vengo es en el que pones los posts ás dignos de admiración para mí... porque sin ser una foto muy espectacular o atractiva a mis ojos; sí refleja de forma perfecta uno de mis fetiches particulares con los varones que se han cruzado en mi camino... ¡me vuelven loco los pies de macho! enormes, ásperos, marcados de sinuosidades, toscos... son una parte que dice mucho de su dueño (qué tan pulcro es, qué tanto ejercicio acostumbra hacer, etc.) y desde siempre me han seducido; por ello es algo que busco siempre que recorro el cuerpo de mi amante... y siempre la reacción es la misma; una sorpresa que se olvida ante el inmenso placer que los receptores sienten ante el roce de unos dientes en los talones y los tobillos, el paso de unos labios y una nariz por las plantas y los empeines... y una lengua jugetona entre y sobre sus dedos. Ese es uno de los sitios más indiferentes para el género masculino; pero cuando uno se los pressenta... ¡se vuelven inolvidables e imprescindibles! ¡Mil gracias por esta alegría, Hairy! (un detalle que no me convenció mucho fue el pie plano... el arco es una parte tan sensible... es un deleite recorrerla!)
llegarás tarde, pero desde luego, con la mejor descripción posible de las sensaciones que se experimentan cuando un hombre disfruta de los pies de otro macho!! Tu sí que sabes, campeón!!
8 comments:
Soy muy apasionado, mucho, de veras, y cuando un hombre me gusta no me da asco ningún rincón de su cuerpo, tanto es así y como que la gran mayoría de mis relaciones han sido esporádicas, he estado con hombres que me han gustado, ¡tanto!, que por el hecho de ser la primera relación entre ambos y actuar yo completamente distendido, algunos han confundido pasión por guarradas, y alguna que otra vez me he sentido vejado cuando aquel a quien tanto he querido ofrecerle acaba -porque normalmente es cuando “acaba”- manifestando con desdén su menosprecio.
Nunca me he avergonzado de lo que he dicho y he hecho durante mis relaciones sexuales, pero desgraciadamente en alguna que otra ocasión sí que me he arrepentido de haber actuado como lo hice la primera -y sin duda única- vez con alguien que no sabe discernir entre pasión y guarrerías, pero no por mí, sino por él, ya que me queda la sensación -y perdón si sueno a jactacioso- de haber dado de comer caviar a un cerdo.
¡Ah!... Fueron, los pies, el único lugar del cuerpo del hombre a quien más quise al que no tuve acceso... Tenía, él en ellos, unas irresistibles cosquillas. :))
Quizás porque la mayoría no se atreve a disfrutar explorando es por lo que reaccionan con temor o rechazo ante las novedades, adoptando actitudes muy rígidas. No en balde, "el misionero" sigue siendo la postura socialmente predominante y que algunos llevan a tal extremo de rigidez que, mas que follar, parece que uno esté haciendo una autopsia... y, de momento, la necrofilia no es lo mío :)
Ahora bien, cuando se coincide con alguien de mente abierta, dispuesto a jugar, el placer se multiplica hasta el infinito.
En resumen, como dijo Madonna: no hay sexo sucio... si te duchas después!
Por cierto, por culpa de las cosquillas, tu amado se perdió una verdadera gozada!
Besos a tus pies
Por cierto, Albert ¿Y tu avatar?
Con lo chulo que era!
Al hilo de lo que dice Albert (¿por qué algunos comentaristas no pasan a plasmar su talento en un blog?) es cierto que cuando se siente pasión o se ama a otro, nada en él produce asco, sin embargo (dejando a un lado lo que pueda haber contado en la ficción de mis relatos) hay partes del cuerpo, como los pies, que no me despiertan la libido...
Así que del macho que protagoniza esta entrada destacaré sus dedos y, cómo no, esa polla a medio descapullar... Hum...
Un beso
Conrado,
Apoyo la sugerencia! ¿Porqué estos estupendos comentaristas nos niegan el placer de leerles en un blog? Será cuestión de insistirles...
Enlazando lo que comentas, es ese apasionado enamoramiento lo que nos permite avanzar en el conocimiento sexual.
A mi los pies no me llamaron la atención -siempre han sido la cenicienta del cuerpo- hasta que vi "El Último Emperador"; en concreto cuando la espía chupa los dedos del pie de la emperatriz fumada de opio. Esa escena, tan bien ejecutada, con tal carga de exquisito morbo y erotismo, me excitó tanto a nivel sexual que empecé a valorar los pies en su justa medida y, bueno, poco después, probé la experiencia y, a día de hoy, sigo disfrutándola siempre que puedo.
Besos
No cabe duda, mi querido Hairy... es una regla escrita en el ciberespacio que el día que no vengo es en el que pones los posts ás dignos de admiración para mí... porque sin ser una foto muy espectacular o atractiva a mis ojos; sí refleja de forma perfecta uno de mis fetiches particulares con los varones que se han cruzado en mi camino... ¡me vuelven loco los pies de macho! enormes, ásperos, marcados de sinuosidades, toscos... son una parte que dice mucho de su dueño (qué tan pulcro es, qué tanto ejercicio acostumbra hacer, etc.) y desde siempre me han seducido; por ello es algo que busco siempre que recorro el cuerpo de mi amante... y siempre la reacción es la misma; una sorpresa que se olvida ante el inmenso placer que los receptores sienten ante el roce de unos dientes en los talones y los tobillos, el paso de unos labios y una nariz por las plantas y los empeines... y una lengua jugetona entre y sobre sus dedos. Ese es uno de los sitios más indiferentes para el género masculino; pero cuando uno se los pressenta... ¡se vuelven inolvidables e imprescindibles!
¡Mil gracias por esta alegría, Hairy!
(un detalle que no me convenció mucho fue el pie plano... el arco es una parte tan sensible... es un deleite recorrerla!)
Ufff! Manuel,
llegarás tarde, pero desde luego, con la mejor descripción posible de las sensaciones que se experimentan cuando un hombre disfruta de los pies de otro macho!!
Tu sí que sabes, campeón!!
Besos
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